Menú

sábado, 9 de noviembre de 2013

EL HOMBRE DE ACERO


Al abordar esta película, resulta ineludible establecer un paralelismo entre este “Hombre de Acero” y “El caballero Oscuro”. La misma idea, detrás de la que también está el director y productor Christopher Nolan, de reinventar el personaje dándole un aspecto más tenebroso, atormentado y profundo, con el propósito de instaurar una saga remozada. En el caso de “Batman” esta nueva visión es justificadamente exitosa y sólida pero para “Superman” mi opinión es distinta.

Análogamente, es inevitable la comparativa con el Superman de Richard Donner protagonizado por el mítico Christopher Reeve, lleno de glamour, brillo, color, elegancia, épica, que reflejaba perfectamente lo que era un héroe, al menos para los ojos de los niños de la época, totalmente definido e interpretado magistralmente por el actor neoyorkino, que le daba el punto justo al personaje, incluso con una agradecida vis cómica. No puedo imaginar otra persona que encarne a un superhéroe de manera más perfecta.


Sin embargo éste, al que ni siquiera se atreven a llamarle Superman, me resulta un triste, sin alma ni carácter. Incluso no me parece que dé el físico, a pesar de tratarse de un cachas guapito de cara que contará con el beneplácito de todas y todos a los que gusten del género masculino. Ciertamente, su imagen, es más propia de los ideales estéticos contemporáneos pero a mi entender está excesivamente ciclado y hasta me pareció bajito. De todo, lo que considero más irritante es esa falta de carisma. Del traje, también renovado, me llama la atención más que su oscuridad y diseño, la excesiva longitud de la capa.


En cuanto al guión, se ha hecho una mezcla de las dos primeras películas añadiendo cosas diferentes, como presentar un Clark Kent pescador en lugar de periodista, aunque al final reconduce su vida profesional. La narración no es lineal, sino que está plagada de flashbacks y saltos temporales bruscos. El comienzo resulta largo, como para sentar bien las bases de lo que vendrá en sucesivas entregas y el padre del héroe, interpretado por Russell Crowe adquiere un excesivo protagonismo. El putativo o terrenal, encarnado en este caso por Kevin Costner, es otro triste e incoherente que prefiere que los amiguitos de su hijo mueran ahogados en un río o incluso que él mismo sea absorbido por un tornado con tal de que su vástago no destaque ni llame la atención, vamos, que prefiere que sea un mediocre. La madre adoptiva también tiene lo suyo, se queda como si nada cuando el muchacho le comenta que ya conoce sus orígenes. Eso de que se te aparezca tu padre real muerto de otro planeta como una especie de holograma animado e interactúe contigo debe ser de lo más normal para ellos, pero vamos, que ni siquiera muestra interés en saber cómo. Está claro que se trata de una película de ciencia ficción pero respetemos el pacto narrativo al menos.


Así mismo aparecen demasiadas naves que difuminan la imagen de película de superhéroes y le da un aspecto más de género galáctico. El ejército estadounidense tiene casi más importancia en las hazañas que el propio protagonista. El villano, sin Lex Luthor de por medio, tampoco me convenció nada.


Las referencias al mesías bíblico vuelven a estar muy latentes en la propia historia en sí, como es lógico, y en pequeños guiños como los 33 años del héroe o el vuelo vertical en cruz cuando le dicen que tiene que salvar al mundo.


El asunto musical merece un capítulo aparte. Todos tenemos en nuestra memoria la imponente presencia de la música de John Williams, tan desinhibida y directa aunque tan llena de entresijos magistrales, que se adhería al personaje tan fuertemente como la propia indumentaria de licra del mismo. En este sentido han roto totalmente con esto para dar paso a la música de Hans Zimmer, igual de indiferente y mediocre que el nuevo personaje. Se profesa mucha orquesta sintetizada sin direccionalidad ni brillantez. Solamente se atisba el natural tema de “Así habló Zaratustra” de Richard Strauss, que hace referencia al superhombre nietzschiano, pero utilizado burdamente. Williams también lo citó en su momento de forma clara en uno de sus cortes y luego se sirvió de él para elaborar el tema del héroe de manera sutil, reinventándolo por completo y obteniendo como resultado una de las músicas cinematográficas más deslumbrantes y que ha pasado a formar parte de la historia de la música orquestal.


La versión del 78, aunque mucho más infantil, me parece muy superior aún con su imagen de tecnología analógica y sus deficientes efectos especiales, que para muchos son objeto de mofa vistos hoy día. A mi entender tiene bastante más encanto. La actual cuenta con un despliegue técnico y de efectos especiales espectaculares, ciertamente más reales y prácticamente perfectos. Los vuelos y la fuerza del personaje se transmiten magníficamente, pero me sigo quedando con la elegancia y la pausa con la que surcaba el cielo Chistopher Reeve.


Tal vez sea un nostálgico y mi visión esté totalmente distorsionada debido a mi romántica mirada del clásico de los 70, y no es que niegue que vaya a tener su público, incluso que nos sorprendan gratamente en algún futuro episodio, pero esta película para mí ha sido un auténtico fiasco.



23/06/2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario