Menú

miércoles, 22 de enero de 2014

LA LADRONA DE LIBROS

Historia ambientada en la Alemania nazi con la particularidad de que no está narrada, como la mayoría, desde el punto de vista del sufrimiento judío, aunque está presente, sino de una niña adoptada por una familia alemana en un régimen que también castiga la caridad y el sentido humanitario.

Supone la segunda película de la joven actriz canadiense Sophie Nélisse y su debut en Hollywood. Para mi gusto su actuación adolece de expresividad y su continencia interpretativa impide que transmita más y mejor al espectador. Suerte que se encuentra flanqueada por dos excelentísimos actores de dilatada experiencia como Emily Watson, que hace de la aparentemente odiosa madre adoptiva y Geoffrey Rush, con cuya ternura se gana fácilmente el favor del público.

Al contrario de lo que pudiera parecer no es en sí un canto al amor por la literatura, es algo más que eso. Un testimonio histórico en el que queda patente el poder de la cultura que siempre han conocido y temido los regímenes autoritarios y por extensión cualquier supremacía política, ya que nos hace más juiciosos, críticos y libres, perjudicando su interés por manejar las voluntades del pueblo.

Al igual que es imprescindible para la supervivencia humana el cobijo y la comida que nutre al organismo, en este caso se presentan los libros como sustento indispensable que alimenta el alma. La ladrona de libros se ve en la obligación de aprovisionar de literatura a su protegido, no por deleite estético sino por una necesidad vital, sobre todo cuando supone la única ventana al mundo, convirtiéndose a su vez en un bálsamo curativo del espíritu e incluso del cuerpo.

Por lo demás, la cinta se mantiene en un buen tono pero tal vez sea demasiado plana, se echa de menos la presencia de episodios que conmuevan y agiten el ánimo de verdad. Afortunadamente va mejorando hacia el final y es capaz de emocionar, aunque sea de forma somera.

Como original, la presencia de un discreto y enigmático narrador que se desvela al final de manera sorprendente.

Personalmente elegí ver esta película por el placer de volver a escuchar en una sala la música del gran maestro John Williams, que le ha supuesto su 49ª nominación a los Oscars (es la segunda persona más nominada de la historia del cine después de Walt Disney). No es de sus piezas más originales, aunque es eficaz como siempre. Está muy en la línea de una de sus obras maestras, “Las cenizas de Ángela”, lo cual supone una garantía aunque sea por las reminiscencias de esa maravillosa partitura compuesta en 1999.

22/01/2014

2 comentarios:

  1. Descubrí por casualidad la cinta; nunca decidí verla, pero me atrapó. Quizá porque resulta, a priori, interesante una trama ubicada en una perspectiva poco usual, como así nos ha recordado Jose, o por la poderosa lección que envuelve a la trama; sin ser el tema, el valor de la cultura se reviste de dignidad y topa de bruces con el espectador... ¡Cuánta razón tiene Jose al tratar el tema como lo hace!
    Suscribo al completo el análisis de este sensible y atento espectador que nos deja pensamientos interesantes a la paz que armados; que nos hace disfrutar con la magia del cine y el acierto de su inteligente tinta.
    Me quedo con esta cita del metraje: "Las palabras son vida. Si tus ojos pudieran hablar, ¿qué dirían?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me llena de satisfacción que un intelectual de tu sensibilidad y talento participe tan activa y afectivamente en este humilde foro. Un millón de gracias Alberto!!!

      Eliminar