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viernes, 2 de enero de 2015

EXODUS: DIOSES Y REYES

Cuando abordamos esta película, supongo que todo el mundo tiene en mente las dos superproducciones anteriores que tratan la misma historia. Por un lado la obra maestra del 56, maravillosamente poética, dirigida por Cecil B. de Mille (aunque vista hoy día las interpretaciones son muy teatrales y cantan mucho los decorados de estudio, los cromas y los efectos visuales. Tal vez haya envejecido mal pero es muy meritoria para la época) y por otro la espectacular versión animada de 1998, que produjo la Dreamworks y que fue impulsada por Steven Spielberg.

Esta nueva versión no llega a la categoría de las otras dos pero la apuesta de Ridley Scott es intentar al menos aportar algo diferente y no limitarse a repetir lo mismo que ya conocemos de la misma manera. En este sentido puede resultar frustrante para el que espere ver modernizado literalmente el Moisés de Charlton Heston.

Lo primero que llama la atención es que la película comienza cuando el profeta es ya un adulto y por tanto obvia el famoso capítulo que rinde honor a su nombre. Posteriormente la película se estructura en secciones, de longitud un tanto excesiva, jalonadas por una serie de elipsis que pueden llegar a ser irritantes para los que ya conocen la historia y que posiblemente dificulten la comprensión a los jóvenes que no la dominen. Ciertamente faltan datos para entender del todo bien la evolución psicológica de los personajes.

Por lo demás, resulta muy atractiva por la fuerza de sus imágenes y la belleza de sus paisajes (rodados en gran parte en España). La dirección de arte, ambientación y puesta en escena son absolutamente asombrosas. Todo está envuelto en una apariencia y narrativa mucho más realista y menos mágica de la historia, que la aleja en ciertos aspectos de la escritura bíblica. Un ejemplo es la forma en la que se manifiesta Dios.

Sin entrar mucho en consideraciones teológicas, me resulta llamativo que una de las principales características de la personalidad de Dios sea uno de sus siete pecados capitales, la ira, al igual que la crueldad ¡y no veas cómo se las gasta! Muestras de ello son el capítulo bíblico que se trata en esta película y en la reciente “Noé”. Digamos que no se anda con chiquitas si tiene que exterminar a la humanidad a través de un diluvio o acabar con todos los primogénitos de una ciudad entera sin despeinarse. También creo irónico denominar a los judíos “el pueblo elegido”, porque parece que ha sido elegido para, con perdón, ser puteado, no tenemos más que remitirnos a la historia más remota o reciente.

Por último hablar del capítulo musical que ha estado a cargo de uno de nuestros mejores compositores, Alberto Iglesias (reseñable es también la estelar participación de la actriz española María Valverde, que hace de esposa de Moisés). Iglesias realiza un trabajo monumental, encomiable, con una banda sonora funcional pero en la que desafortunadamente se aleja de su personal estilo y se acerca, curiosamente, al de Hans Zimmer.

En resumen, una película muy bien hecha y entretenida que nos ofrece una visión distinta de las escrituras, pero que se queda lejos de la denominación de obra maestra.

20/12/2014

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