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jueves, 4 de diciembre de 2014

EL NIÑO

Aunque ya alejado de su estreno, al fin pude ver una de las películas que con más fuerza irrumpieron en las carteleras a la vuelta del verano. En general la aceptación del público ha sido muy positiva, también alentada por una gran campaña publicitaria auspiciada por Tele 5.

Yo igualmente me sumo a esa buena acogida ya que su director Daniel Monzón, quien en un tiempo fuera crítico de cine, demuestra dominar la técnica cinematográfica y nos ofrece con visión hollywoodiense una temática marcadamente localista pero que resulta coherente y verosímil.

Plantea algo tal vez más habitual en el cine americano, al jugar con las emociones del espectador y proponiendo una dicotomía moral entre el bien y el mal que la hace atractiva.

Desde el punto de vista interpretativo se pueden distinguir dos planos, por un lado el de los policías, que cuenta con un buen plantel en el que destaca Bárbara Lennie, Luis Tosar (que parece ser que necesita un peluquín para hacer de policía) y sobre todo Eduard Fernández, y por otro el de los jóvenes delincuentes, que flojea bastante.

En cuanto al tan mencionado protagonista, Jesús Castro, decir que se nota demasiado que no es actor profesional. No transmite, es frío, sin oficio y tiene serios problemas de dicción, aunque quieran reflejar de la manera más realista posible el acento del estrecho. Eso de que podría ser el nuevo Paul Newman nada de nada, mucho tendría que aprender este chico y no solo en el plano interpretativo. Lo único en lo que se le puede parecer es en el color de ojos y en unas cuantas fotos hechas a propósito. Le falta el porte, el glamour y la elegancia que siempre desprendía el de Ohio aún cuando le tocaba hacer de inadaptado social. Si este personaje da nombre a la película, más que llamarse “El niño” se ajustaría más a la realidad si el filme se denominara “El niñato”. No obstante y a pesar de todos sus defectos, resuelve su debut con un suspenso alto.

La chica, Mariam Bachir, trabaja algo mejor pero tampoco hace que funcione la química que debería haber en su relación y resulta falsa y forzada. Considero que también hay parte de culpa en el guión, en la dirección de actores o directamente en el casting, no sólo es producto de la inexperiencia de los noveles.

De todo este grupito el que se salva con la nota más alta es Jesús Carroza, que ya ganó el Goya a mejor actor revelación en 2005 por “7 Vírgenes”  y, aunque en ésta como en aquella parezca hacer de sí mismo, da el contrapunto de humor y frescura necesario que agradece sobremanera la cinta.

Aún con sus desaciertos, incluido el excesivo metraje, se deja ver y se pasa un rato entretenido en el cine.

02/11/2014

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