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lunes, 31 de agosto de 2015

OPERACIÓN U.N.C.L.E.

Siguiendo la estela de sus dos exitosas producciones sobre Sherlock Holmes, el director Guy Ritchie se basa en la serie televisiva de los años 60, titulada en España “El agente de C.I.P.O.L., protagonizada por Peter Vaughn y David McCallum (en la línea de James Bond, ya que fue el propio Ian Fleming quien contribuyó a su concepción), para ofrecernos esta nueva y glamurosa versión del espionaje colaborativo en plena guerra fría.
Con un casting bien confeccionado y unos personajes perfectamente definidos, está protagonizada por dos estrellas emergentes y de excelente planta como Henry Cavill (“El hombre de acero”) y Armie Hammer (“El llanero solitario”), que encarnan a los carismáticos Napoleón Solo, agente de la C.I.A., flemático, distinguido y mujeriego e Illya Kuryakin, K.G.B., fuerte, iracundo y de sopapo fácil, así como la destacada presencia de la elegantísima Elizabeth Debicki. Por poner alguna pega, decir que, por las características del personaje representado por Hammer, debería poseer mayor poderío físico y que la protagonista femenina, Alicia Vikander, resulta demasiado guapa para hacer de mecánica y algo choni para ser de la alta sociedad, ambas facetas de su personaje, aunque tal vez ese sea el difícil término medio que han querido buscar.

Goza de un acertado ritmo narrativo general y, aunque al final se hace algo larga, tiene un aire de alta sofisticación y postureo que en ocasiones le hace parecer un anuncio de Martini.

De lo mejor, las escenas de acción y el tono humorístico predominante. Incluso las secuencias más dramáticas son suavizadas con canciones italianas de carácter ligero. Precisamente el compositor Daniel Pemberton, hace un extraordinario trabajo con una sobresaliente banda sonora que da el punto perfecto al filme. Da la impresión de estar escuchando a un Lalo Schifrin renovado.

En general una entretenida película para pasar una tarde de acción y diversión.

23/08/2015

domingo, 16 de agosto de 2015

EL NADADOR

Para una de estas tardes estivales de playeo o piscina en la que la soporífera y tórrida sobremesa, con su ya típica extensa digestión, se hace más llevadera visionando una refrescante película al amparo del aire acondicionado, os recomiendo este extraordinario filme, que viene que ni pintado.

Desde luego que no se encuentra en las listas de las 100 mejores películas de la historia del cine, pero debo decir que ha sido todo un descubrimiento para mí.

Dirigida por Frank Perry en 1968 y protagonizada por un maduro Burt Lancaster, cuenta con un aparentemente sencillo y lineal guion que parte de una premisa que podríamos calificar como infantil (atravesar a nado las diferentes piscinas que existen de camino a su casa), pero que poco a poco descubrimos que se convierte en algo más, prácticamente en una metáfora de la vida.

Todos los pequeños detalles tienen su sentido y funcionan casi como lo hacen los diferentes personajes que aparecen en la obra maestra literaria de Antoine de Saint-Exupéry, “El Principito”.

Su simplicidad, su teatral puesta en escena, la romántica y a la vez dramática música de Marvin Hamlisch con la que debutó en el cine, su preciosa fotografía y las fabulosas interpretaciones de sus protagonistas, te atrapan y te sumergen rápidamente en una historia que no sabes a dónde te va a llevar pero que te cautiva.

El trabajo de Lancaster es realmente memorable, con un papel hecho a su medida, está soberbio.

En definitiva, una de esas injustamente poco conocidas obras maestras que nos esconde el cine clásico.

16/08/2015

lunes, 10 de agosto de 2015

DEL REVÉS

Muchas han sido las alabanzas que ha recibido esta última producción de Píxar desde los primeros momentos de su estreno. Hacía tiempo que no había leído ni escuchado tantos parabienes en tan poco tiempo. Y efectivamente, todos esos elogios pueden ser ciertos y yo estar más o menos de acuerdo con ellos pero, francamente, si pensara igual, seguramente que no me hubiera molestado siquiera en escribir esta reseña, y es que hay varios puntos en los que disiento.

Por un lado la idea no me parece tan sumamente original como se dice. Supongo que no soy el único que tiene un fuerte y grato recuerdo de la serie francesa, que tantísimo éxito tuvo en nuestro país en los años 80, “Érase una vez el cuerpo humano”, que en España se llamó “Érase una vez la vida” y donde los niños podíamos entender el funcionamiento del cerebro a través de una representación muy parecida a la que se nos presenta aquí. Además, en este sentido, hace ya tiempo que tuve la oportunidad de ver éste excelente corto que me ha hecho tener cierta sensación de déjà vu.
Por otro lado, aunque el planteamiento esté bien engranado y represente maravillosamente cómo pudiera ser nuestro órgano más complejo, me dio la impresión de que, en la película, lo que se desencadena en la cabeza de la pequeña protagonista no se debe directamente a lo que le ocurre en su vida y que eso provoque unos cambios internos, sino que dichas variaciones se producen dentro y que, prácticamente de manera casual, coinciden con lo que acontece fuera. O tal vez, esta sea la mejor explicación de que el modo en el que nos sentimos no depende del todo de lo que sucede a nuestro alrededor sino de la forma en la que afrontamos y nos tomamos las cosas que nos pasan.

Otro detalle sin mucha importancia, pero curioso, es por qué el aspecto físico de todas las emociones de los personajes a los que se las podemos ver, son una especie de clon de su dueño, excepto en el caso de la protagonista, que son de diferente sexo y no es que se parezcan a ella tampoco.

Pero lo que realmente sí me parece “más grave” en esta magnífica película, es su estructura de guion, no por mal hecha, sino porque la creo ya demasiado manida por parte de esta factoría. Desde “Toy Story”, se nos presenta el mundo particular de las cosas cotidianas que nos rodean, ya sean juguetes, monstruos, coches o personajes de videojuegos, para adentrarnos en un apasionante universo de fantasía. El problema es que la historia viene a ser casi la misma siempre. Estos seres se ven envueltos en una serie de contratiempos que los alejan del lugar en el que deben estar y tienen que recuperar dicha posición para que todo siga como y donde le corresponde. De esta manera la película se convierte en una aventura fascinante pero también en un típico argumento de videojuego de plataformas. Es cierto que podríamos decir que todas las películas e historias de determinado género mantienen una estructura común, pero para mí ésta ya está un poco trillada.

Otro aspecto reseñable es la música del compositor Michael Giachinno, que nos lo quieren “vender” por obligación prácticamente como el sucesor de John Williams (muestra de ello es que el propio Steven Spielberg está empezando a tomarlo como relevo del ya más que octogenario maestro) y yo sigo viéndolo todavía muy a años luz de éste. A pesar de las buenas críticas de esta banda sonora, a mí me pareció poco más que música de ascensor. Es posible, que necesite una audición más detenida, pero fue lo que me transmitió al escucharla en la sala, que es la función primera de una música de esta naturaleza.

Por último, siendo el título original bastante acertado, “Inside Out”, no entiendo del todo la enésima mala traducción del mismo en la versión española.

A pesar de todos estos inconvenientes, algo extensos en mi exposición, son insignificantes con respecto al mérito de su realización y a la diversión que ofrece. Aun no considerándola una obra maestra, entiendo que para muchos lo sea o esté cerca. En esta ocasión creo que no me correspondía elogiarla y decir todo lo positivo que tiene sin cuestionarme nada más, porque para eso ya han escrito otros más y mejor que yo.

23/07/2015